sábado, 27 de noviembre de 2010

Un día cualquiera en mi vida

 
Disculpadme si hace algún tiempo que no escribo ni os enseño nada nuevo, pero mi tiempo libre se ha reducido bastante, concretamente a los fines de semana, y la mayoría de las veces ni siquiera dispongo del fin de semana libre. Un día cualquiera de mi vida se puede resumir en:

 Madrugo, desayuno, me ducho, me visto, me pongo mona, salgo corriendo hacia el tranvía, me abro hueco entre la gente, llego a mi parada y disfruto, disfruto del abrigo de la noche todavía cerrada, del eco de los zapatos contra las baldosas de todos aquellos que vamos a trabajar. Entro en la oficina, paso cinco horas sentada delante del ordenador, las manos frías, el culete duro y la mirada pendiente de la pantalla negra del autocad, de la impresora, del escáner, del correo por si han llegado presupuestos… 

Salgo corriendo, cojo el tranvía de vuelta a casa, me abro paso entre adolescentes, niños y adultos de cara seria y mirada cansada que, como yo, lo único en lo que piensan es en el plato de comida. Miro el reloj, la fortuna me sonríe y he podido coger el tranvía que justo pasaba, por lo que hoy tengo una hora para llegar a casa, comer y volver a salir pitando. Cojo el autobús urbano, me bajo en la estación de autobuses, subo a mi autobús, paso la tarjeta, elijo asiento, reclino el respaldo y suspiro… Me espera algo más de una hora de descanso… que se pasa demasiado rápido. 

Llegamos a la estación de Amara, salgo rauda y veloz porque tengo 10 minutos para recorrer el kilómetro y medio que separa de la academia donde recibo clases. Tras dos horas de clase debería volver corriendo a la estación, pero prefiero irme a una cafetería y esperar al siguiente autobús mientras hago los deberes delante de un humeante tazón de té. Ese es mi segundo tiempo muerto del día, seguido de una merecida siesta de vuelta en el autobús. 

Cuando llego a Vitoria hace tiempo que ha anochecido, y ya sólo me queda arrastrarme hasta el cuarto viaje en autobús que hago en el día, y tirarme en el sofá en cuanto llego a casa. 

Teniendo cinco días parecidos a éste, es un auténtico lujo sacar tiempo para entrenar y más aún sacar tiempo para subir cositas nuevas al blog, así que espero que me perdonéis si dejo un poco olvidado esto.

Después de tanta letra, no iba a dejaros sin una pequeña recompensa: mis últimos anillos Striped.







    

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