viernes, 19 de febrero de 2010

Hasta siempre


Ayer no aparecí por aquí. Me faltaban ganas después de llegar a casa y que mi ama me dijera que mi perrito Chicho nos ha abandonado por una vida mejor. Ya estaba muy viejito porque casi 15 años son demasiados años traducidos a la edad canina, y sé que posiblemente era lo mejor que le podía haber ocurrido, porque ya tenía las enfermedades propias de la vejez cada vez más acentuadas, pero eso no alivia mi tristeza. Por los menos ha vivido en casa de mis abuelos, aunque yo lo he considerado siempre mío. Ha tenido un jardín grande donde correr y jugar. 

Supongo que seguirá husmeando árboles en otros lugares, con las pezuñas de pelaje blanquecino, que parecían botines blancos, y sus ojos curiosos achinados. Espero que me vea allá donde esté, y que mueva nervioso ese plumero que tenía por cola el día que nos volvamos a ver. Con él se ha ido una parte de mi infancia, aunque no por ello su recuerdo, porque todavía siento la suavidad de su pelaje en los dedos y me lo imagino caminando tan gracioso como siempre.


Te echaré mucho de menos, mi pequeño Chicho Terremoto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario